Autor: Oscar Forero De la Peña - NotiCyT
Un inédito mundo se abre a partir de los nuevos métodos educativos, donde se intenta enseñar con actividades lúdicas mezclando ciencia y tecnología.
Para el neurólogo e inmunólogo Roberto Amador, docente de la Universidad Nacional de Colombia e investigador del Instituto de Inmunología, y el pedagogo musical, Edgar Puentes, quien es ingeniero de sistemas y de sonido y director del Programa Conciertos Didácticos de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, “el cerebro es un órgano en el que se produce el pensamiento y las emociones”.
“Es desde la neurología, la biología molecular, la pintura, la nanotecnología, la música y la danza que se logra generar nuevos modelos de aprendizaje con didáctica”, comentó Puentes.
Por lo general, nuestros sentimientos están relacionados con el corazón; sin embargo, éste es sólo un músculo que tiene como oficio bombear la sangre. El Tálamo es una estructura neuronal, que sirve para integrar y organizar la información sensorial que entra al cerebro. Además esta información es enviada a las áreas corticales donde sucede el mayor procesamiento e integración, lo que permite el asocio, agregó Amador.
Para el neurólogo e inmunólogo Amador, la inteligencia es la capacidad de manejar la mayor cantidad de estrategias para asumir una acción, que algunas veces está vinculada a los genes y donde las neuronas se interrelacionan buscando el equilibrio.
Además, el investigador indicó que el cerebro piensa en movimientos y acciones a partir de los sentimientos, generando en el cuerpo una reacción de emotividad, estética o un éxtasis (momento máximo de la emoción). Los humanos vivimos en un carrusel de emociones, “ahora tenemos un gesto alegre, una sonrisa, pero más tarde podemos tener una expresión triste”, esto implica que se pueda comparar con el ritmo de una tonada, y es allí donde la música aparece como un estimulante para ayudar a comprender los estudios que realizan.
En este aspecto es importante entender que la ciencia tiene dos variables. La ciencia normal, relacionada con el pensamiento cotidiano, tradicional, impartido con una educación común a todos, y la ciencia extraordinaria, facultad de pensar más allá o pensar diferente.
Por ejemplo al leer un libro desde la ciencia normal, la persona puede tomar el texto y leerlo desde la página inicial siguiendo un orden hasta el final, pero desde la ciencia extraordinaria la persona puede leer el libro abordándolo sin ningún orden riguroso, con un sistema aleatorio, es decir, de atrás para adelante o lee un poco de cada lado y por medio de la asociación construye la historia.
Pero basados en el ejemplo, hay que tener en cuenta que el hecho de leer desde el pensamiento extraordinario no implica que haya un desorden, por el contrario es favorable en algunos casos porque permite ver las cosas desde otro punto de vista y generar los grandes artistas, mientras que el cotidiano esta inmerso en lo cuadriculado.
Por lo general, las personas que vienen de épocas anteriores en su educación tuvieron una formación de pensamiento cotidiano, por ejemplo a un músico le enseñaban a tocar el piano sentado en una posición erguida y donde no puede desprender los codos de los lados del torso, si los desprendía le colocaban dos libros para aprisionarlos con el fin de que no los separara, argumentando que la música se valora más por su composición, su belleza rítmica, que por el show de quien la interpreta; pero hay un pensamiento extraordinario como lo vemos en Enrique Diemecke, gran director mexicano de origen alemán, quien en sus presentaciones hace entradas al show electrizantes y muy particulares convirtiéndose en parte del espectáculo.
“Imaginen un director de orquesta filarmónica corriendo al escenario y deslizándose por el mismo, luego pegar un salto y empezar a dirigir, eso no es común, es extraordinario porque rompe los esquemas de un acto “rígido” y no significa que esa entrada sea circense o una falta de respeto para el genero musical, por el contrario, a él le ha causado distinción y prestigio por esta particularidad, aparte de ser un gran músico”, indicó Amador.
Respecto a lo anterior, el director Puentes asegura que los modelos de flexibilidad en el cerebro están relacionados con las mentes diferentes, pues las nuevas tecnologías implican otras maneras de concebir el mundo, porque el cerebro realiza conexiones y aprende rápidamente. El desafío para las generaciones pasadas o algunas actuales, es entender las variabilidades del cerebro de las nuevas generaciones y reconocer que incluso nuestro cerebro puede cambiar.
Para relacionar lo antepuesto con el mundo de hoy, los ingenieros de IBM buscan la manera de adecuar el funcionamiento del cerebro a los nuevos procesadores. Por ejemplo, en comparación el cerebro es casi igual de rápido a una computadora; sin embargo, el cerebro es más eficiente porque solo usa una fracción de la energía que la computadora necesita. De acuerdo con Kerry Bernstein, jefe técnico de IBM, el órgano humano funciona a 12 kilohertz aproximadamente, 12.000 ciclos por segundo, y quema una fracción de la energía que requieren las computadoras para funcionar.
Según Amador, un pensamiento dura 7.000 milisegundos, es decir, si usted ve una tasa de café encima de una mesa, el cerebro tarda 7.000 milisegundos en asimilar que dicha tasa está encima de la mesa y tiene café. Pero hoy día con la velocidad abrumante del desarrollo de nueva tecnología el cerebro humano esta facultado para generar mundos virtuales y una infinidad de posibilidades, dando paso a la construcción de redes. Dicha tecnología hace parte de la evolución de un homo sapiens a un homo tecnus.
Con la música, el pensar en movimientos ha creado un programa que busca, a través de una forma experiencial de aprendizaje transdiciplinario, promover la conceptualización y el análisis, entre las neurociencias y el arte.
Los investigadores recalcaron, además, la importancia que tendría elaborar un plan estructurado basado en nuevas alternativas estimulantes y didácticas en la educación con el fin de mejorar la calidad del mismo, pero sobre todo generar más mentes de pensamiento extraordinario.
Fuentes: www.universia.net
martes, 22 de septiembre de 2009
lunes, 21 de septiembre de 2009
Cómo nos transforma la música
INVESTIGACIÓN MUSICAL - SALUD
La ciencia estudia su impacto en la salud física y mental
Presentación
Además de informativo, el presente artículo es de gran utilidad en cuanto a la divulgación de un tema poco frecuentado. No obstante sus claros beneficios, debe señalarse que no ha sido elaborado por un técnico en música, hecho que explica errores comunes como el empleo de la palabra "clave" por tonalidad -típico de ciertas traducciones.
El otro punto de cuidado es que está basado sobre la idea de "lenguaje universal" atendiendo a una semántica de tipo absoluta, en donde las emociones, como la tristeza o la alegría, son comprendidas y captadas unívocamente por todos los seres humanos. Habría, en esas condiciones, una cultura general por sobre la cultura local y entonces, con la misma indolencia, podríamos decir que el principio de "todos los seres humanos" es -debe- aplicado retroactivamente. Ciertamente, a los ejemplos aquí propuestos yo opondría la música china para erhu, allí es verdaderamente difícil acertar pues, a los occidentales, nos parecerá, una y otra vez, sólo de trámite pesimista y nostálgico -para no perder los lugares comunes-, y las cosas son muy lejanas a tan elemental reducción (esto nos llevaría a aceptar que los chinos sólo evocan -o en buen número- ese tipo de emociones, luego, la conclusión lógica es que el grueso de las investigaciones aquí narradas carecen de sentido. Es este el círculo que debe evitarse, además fuertemente discriminatorio). Imposible negar que muchísima música es lineal al ideal griego de la belleza, el problema es qué hacemos con aquella que dice otras cosas, no necesariamente procesada bajo el mismo verbo. En la puesta más evidente pueden mencionarse a Schoenberg, Villa-Lobos y hasta al mismo Beethoven en decenas de obras y pasajes. Corremos peligro si comenzamos a creer que la única música posible -me refiero en este caso más cercana a lo terapéutico- fue compuesta por Mozart. En tal caso los chamanes del mundo vivieron cientos de generaciones de ilusiones: una locura semejante postulación. Y, debemos ser sinceros, no es cercana la estética de uno y otros.
Si la música tuviera argumentos tan definidos, el hombre ya los hubiera canalizado hace siglos, literalmente hablando. Lo paradójico es que materiales como este se escriben justamente por entender que nada definitivo hay en el sentido de nuestras búsquedas. No deja de ser una maravillosa contradicción el que la música haya respondido antes de ser interrogada.
Realizadas las salvedades que estimé oportunas, los dejo con un documento apropiado para ser trabajado en clase o como estimulador de reflexiones. Quité varios pequeños apartados y epígrafes por entender que confundían absurdamente el núcleo del asunto. Esos retazos los organizaré, seguramente, en un nuevo trabajo. Aprovecho para comentar que disfruto tanto la música de los clásicos, como la de jazz o la del slendro javanés. Agrego un dato más para los estudiantes: las melodías u obras en las que se "adivina" lo que sigue o son bastante "evidentes" suelen estar estructuradas con progresiones, o sobre la base de ellas, las que a su vez están determinadas por lo que técnicamente denominamos motivación melódica. Son recursos, sólo eso. En modo alguno pueden entenderse como el "mensaje" en sí mismo -la cosa en sí-, de serlo, Bach sería uno más.
Pablo Bensaya, Buenos Aires, agosto de 2005
Es tan antigua como el ser humano, activa los más profundos mecanismos neuronales, modifica el estado de ánimo y puede curar algunos males. Éste es el poder de las notas musicales
Bien mirada, la música no es más que una secuencia de sonidos ordenados, una especie de encarnación del paso del tiempo a base de ruidos, silencios y ritmos. Sin embargo, su poder para provocar reacciones emocionales en los humanos, desde la depresión al éxtasis, es tal que se ha convertido en piedra de toque de nuestro comportamiento como especie. Además del lenguaje, la capacidad para disfrutar de la música es una de las pocas habilidades que nos diferencian del resto de los animales. Y al igual que nos ocurre con el habla, se hace difícil pensar en un día en el que no escuchemos ni una sola nota.
Un nuevo estímulo para la neurología
¿Realmente la música es tan importante para nuestras vidas? Los últimos hallazgos en neurología, psicología y biología parecen demostrar que sí: escuchar melodías agradables no sólo modifica nuestro estado de ánimo sino que puede tener una influencia muy positiva en el desarrollo cognitivo humano, en el estímulo de nuestra inteligencia e incluso en la salud. Hasta hace muy poco, estas cuestiones no habían merecido la atención de la ciencia, pero ahora, el estudio de las relaciones entre música y bienestar se ha convertido en una fértil fuente de investigaciones y, gracias a ellas, empezamos a encontrar respuestas a algunas preguntas seculares. ¿Existe algún mecanismo fisiológico que controle la cascada de emociones que sugiere la música? ¿Nuestra capacidad de apreciar y crear melodías está relacionada con el funcionamiento de nuestro organismo? ¿El amor por las notas se hereda?
Una de las teorías más defendidas al respecto informa de que la naturaleza humana dicta las condiciones que ha de tener una secuencia de notas para que la interpretemos como una pieza musical. De hecho, es posible que la música remede lejanamente la organización de ritmos internos de nuestro cuerpo, como el latido del corazón, el tempo de la respiración o la sonoridad vocal de las palabras.
De ese modo podría explicarse por qué todas las manifestaciones musicales del mundo cuentan con una base emocional común. Por muy diferentes que sean su estructura, tonalidad o ritmo, las músicas del planeta comparten una línea básica: un japonés, aunque no sepa una sola palabra de flamenco, es capaz de detectar que una bulería transmite sensaciones alegres y una taranta produce emociones más tristes.
Los psicólogos británicos John Sloboda y Patrik Juslin, de la Universidad Keele, han estudiado en profundidad este fenómeno y lo han relacionado con la capacidad de sorpresa del ser humano. Sloboda asegura que “la base de nuestro comportamiento emocional es la capacidad de respuesta a situaciones que, de algún modo, nos sorprenden”. Ganar la lotería nos produce un cambio repentino en nuestras vidas a mejor, y eso genera emociones positivas. Conocer que una persona amada está enferma también nos sorprende, en este caso negativamente, y produce emociones de tristeza. “Parece que la música –dice Sloboda– pone en marcha los mismos mecanismos de asombro”. Los humanos, incluso los musicalmente legos, somos capaces de reconocer sutiles estructuras coherentes en una pieza musical y proyectar expectativas sobre ellas, como si anticipáramos qué secuencia de notas va a venir después. Cuando la música nos asombra con cambios respecto a lo esperado, genera una reacción emocional en nosotros. Los buenos compositores de canciones de éxito manejan a la perfección este mecanismo.
Lo mejor es su capacidad de sorprendernos
Según Juslin y Sloboda, el origen de esta sensación está en el lenguaje. Todos los seres humanos compartimos un código heredado para interpretar el habla. En cualquier idioma, la ira se manifiesta gritando y el cariño susurrando. Da igual a qué raza pertenezcamos, los mínimos rudimentos emocionales del habla son reconocibles universalmente. Con la música ocurre lo mismo. Los estudios de estos dos psicólogos con cientos de voluntarios demuestran que, indefectiblemente, las melodías lentas y con cadencia descendente generan en los que las escuchan sensaciones de tristeza mientras que las cadencias ascendentes producen sentimientos estimulantes. La conjunción de estos efectos provoca una cascada de emociones en el cerebro humano.
Pero la cuestión principal es saber si este mecanismo es biológico o cultural. ¿La música actúa así porque lo dictan nuestros genes o es que la cultura humana ha desarrollado un tipo limitado de manifestaciones sonoras?
Amusia: cuando el sonido no dice nada
Como en otros estudios neurológicos, la primera aproximación a las bases cerebrales del conocimiento musical, que datan de principios del siglo XX, se basó en el estudio de pacientes impedidos. Se trata de identificar si existe alguna zona del cerebro que, cuando se ve dañada, perjudica la capacidad de aprehender música. La experiencia demuestra que muchas personas con afecciones de los centros de procesamiento del habla no pierden necesariamente la función musical. Incluso se han detectado casos de personas aquejadas de amusia (incapacidad total para distinguir notas musicales) que escuchan palabras y hablan sin problemas.
Más recientemente, el estudio anatómico de cerebros de enfermos fallecidos y las técnicas de neuroimagen han permitido establecer que el conocimiento musical se procesa globalmente en varias partes del cerebro a la vez. Por ejemplo, las personas con enfermedades que aquejan al lóbulo temporal izquierdo pueden tener problemas para identificar escalas de notas, mientras que los que padecen males en el lóbulo temporal derecho muestran dificultades con el contorno musical, es decir, la interpretación de si la melodía es ascendente o descendente.
Con el cerebro oímos, vemos y recordamos notas
El neurólogo francés Herv Platel ha usado tomografías de emisión de positrones para determinar más concretamente qué áreas del cerebro están dedicadas a la música. Los resultados fueron sorprendentes ya que los cerebros estudiados manifestaron una increíble actividad, no sólo en las áreas de procesamiento del sonido y el lenguaje, sino incluso en centros ajenos como los destinados a la visión. Parece que el poder evocador de las melodías es prácticamente total: estimula la imaginación visual, el entorno lingüístico, la memoria...
Tras avanzar en la identificación de zonas cerebrales involucradas en nuestro comportamiento musical, el siguiente paso consiste en determinar si estos conocimientos pueden ser de alguna utilidad clínica. ¿Escuchar mucha música tiene algún efecto funcional en nuestro cuerpo? Multitud de estudios recientes confirman que sí. Al igual que el ejercicio físico hace que aumente la masa muscular, el ejercicio musical podría estimular el entrenamiento mental. Neurólogos del centro médico Beth Deacones de Israel han demostrado que los músicos profesionales tiene más desarrolladas las áreas de proceso auditivo y de control psicomotriz que el resto de los mortales. La diferencia de tamaño de estas zonas de la masa gris puede llegar hasta el 50 por 100.
Así las cosas, no parecería extraño que la experiencia musical pudiera tener algún efecto beneficioso para salud y, por lo que la ciencia empieza a conocer, lo tiene. Un análisis de la Universidad de California demostró en 1997 que escuchar melodías agradables reduce los niveles de estrés en medio de una intervención médica. La gastroscopia es una prueba realmente desagradable a la que tienen que verse sometidos cientos de pacientes cada día. El estudio californiano consistió en dejar que los enfermos eligieran un tipo de música para escuchar mientras se les practicaba la prueba. Los niveles de cortisol, ACTH y otras hormonas propias del estrés se redujeron sustancialmente.
En la misma línea, la doctora Bárbara Miluk-Kolasa ha medido los niveles de cortisol en enfermos a los que se les anuncia una mala noticia clínica mientras se les expone a un estímulo musical. Su reacción es mucho más sosegada que en los casos en los que no hay música de fondo.
Pero el efecto no es universal. Otros estudios demuestran que la música rítmica y a gran volumen aumenta la cantidad de hormonas estresantes en la sangre de atletas durante los entrenamientos.
Según Norman Wienberger, médico de la Universidad de California, “todos estos datos, puestos en común, demuestran que no hay una relación directa entre la música y las hormonas del estrés. El efecto depende, no sólo del tipo de composición sino del trasfondo cognitivo y cultural del individuo”.
Cuanto más se profundiza en el conocimiento de la materia, más evidentes parecen las virtudes de la música. El Instituto de Investigación del Cáncer del Reino Unido es pionero en estudios de musicoterapia oncológica. Los primeros resultados de una investigación que lleva a cabo desde el año 2002 demuestran que las técnicas de relajación en las que se emplean melodías pueden reducir hasta en un 30 por 100 los efectos secundarios de los tratamientos contra el cáncer de mama. Por ejemplo, disminuyen considerablemente los dolores y las náuseas derivadas de la quimioterapia. En el mismo centro se estudia también el uso de piezas melódicas para reducir la ansiedad que algunos pacientes experimentan al entrar en una máquina de resonancia magnética.
Algunos expertos están llevando al extremo estos conocimientos y proponen la posibilidad de que exista una forma de curación de ciertos males basada sólo en la música: la musicoterapia. No son pocos los centros que utilizan instrumentos para estimular a personas impedidas, niños con retraso evolutivo o pacientes inválidos por culpa de un derrame cerebral. Aunque en muchos casos las mejoras en la calidad de vida de estas personas son evidentes, todavía estamos lejos de comprender, desde el punto de vista de la medicina y la biología, qué relación hay entre la música y su recuperación.
Lo curioso es que el efecto contrario también es posible: una enfermedad mental puede condicionar el modo en el que escuchamos o creamos música. Parece que ése es el caso de Maurice Ravel, el compositor del célebre Bolero, aquejado de demencia progresiva. Entre los síntomas de este mal, Ravel padeció pérdida del lenguaje, dificultad motora y una disminución de la actividad del hemisferio izquierdo de su cerebro. El neurólogo francés Francois Boller cree que el Bolero es una trascripción de esos síntomas. La obra sólo tiene dos temas musicales, cada uno de los cuales se repite ocho veces. Pero cuenta con 30 líneas melódicas superpuestas y 25 combinaciones distintas de sonidos. El propio Ravel la definió como una “fabricación orquestal sin música”. Según Boller, una pieza así era lo único que Ravel podría aspirar a componer dadas sus limitaciones neurológicas en 1928 (la enfermedad empezó a manifestarse antes de 1927).
Si la capacidad artística se ve afectada por trastornos de este tipo, ¿sería posible utilizar la música como herramienta de diagnóstico? Expertos del Centro Nacional de Investigación del Alzheimer de Brescia, en Italia, están convencidos de que sí. Su idea comenzó a fraguar cuando detectaron que dos pacientes con demencia frontotemporal comenzaron a disfrutar de estilos musicales que antes abominaban. Uno de ellos, de 68 años de edad, comenzó a escuchar a todo volumen canciones de un cantante pop italiano propio de públicos quinceañeros. Otro, en este caso una mujer de casi 80 años, sorprendió a sus cuidadores con un repentino amor al rock.
Estos síntomas no se han detectado en otros tipos de demencia, como el Alzheimer; por eso, los médicos creen que los cambios bruscos de preferencias musicales podrían servir como indicio precoz del advenimiento de una enfermedad mental determinada.
¿Será verdad que nos hace más inteligentes?
Otro fértil terreno de investigaciones es el que estudia las relaciones entre la música y el desarrollo infantil. Algunos estudios preliminares realizados en animales y humanos podrían sugerir que la melodía juega un papel en el estímulo de la inteligencia. Ciertos ratones expuestos a audiciones musicales se han mostrado más hábiles a la hora de encontrar la salida de un laberinto. Tanto ha calado la idea popularmente que casi nadie discute hoy que el estudio de partituras, la educación musical y el contacto con instrumentos son piezas básicas en la educación infantil. Sin embargo todavía no existe constancia de que la música favorezca directamente la inteligencia. Algunos datos indican que, tras escuchar piezas concretas, grupos de voluntarios obtienen mejores resultados en test de cociente intelectual, sobre todo en los que tienen que ver con la memoria espacial y las secuencias. Pero no es posible demostrar, de momento, que el efecto pueda ser permanente. En el caso de los niños, es evidente que la música genera estados de relajación y concentración muy beneficiosos para el estudio y que el estímulo auditivo produce efectos en el complejo y plástico entramado de conexiones neuronales que se teje durante la infancia. ¿Pero tiene todo esto algún efecto sobre el cociente intelectual? La respuesta todavía es inconcreta.
Lo que sí sabemos es que los pequeños se muestran familiarizados con canciones que han escuchado dentro del vientre materno y que su memoria de estos acontecimientos puede durar hasta un año. Y también que los bebés de apenas unos meses de edad son capaces de reconocer las melodías de una nana que les canta habitualmente su madre aunque se le cambie la clave y el tono.
Nadie puede negarlo. El ser humano es un animal musical y ese prodigioso lenguaje de notas y ritmos que ha ideado la especie forma parte de nuestra naturaleza.
JORGE ALCALDE
ABRIL DE 2004
Fuentes: www.muyinteresante.es
La ciencia estudia su impacto en la salud física y mental
Presentación
Además de informativo, el presente artículo es de gran utilidad en cuanto a la divulgación de un tema poco frecuentado. No obstante sus claros beneficios, debe señalarse que no ha sido elaborado por un técnico en música, hecho que explica errores comunes como el empleo de la palabra "clave" por tonalidad -típico de ciertas traducciones.
El otro punto de cuidado es que está basado sobre la idea de "lenguaje universal" atendiendo a una semántica de tipo absoluta, en donde las emociones, como la tristeza o la alegría, son comprendidas y captadas unívocamente por todos los seres humanos. Habría, en esas condiciones, una cultura general por sobre la cultura local y entonces, con la misma indolencia, podríamos decir que el principio de "todos los seres humanos" es -debe- aplicado retroactivamente. Ciertamente, a los ejemplos aquí propuestos yo opondría la música china para erhu, allí es verdaderamente difícil acertar pues, a los occidentales, nos parecerá, una y otra vez, sólo de trámite pesimista y nostálgico -para no perder los lugares comunes-, y las cosas son muy lejanas a tan elemental reducción (esto nos llevaría a aceptar que los chinos sólo evocan -o en buen número- ese tipo de emociones, luego, la conclusión lógica es que el grueso de las investigaciones aquí narradas carecen de sentido. Es este el círculo que debe evitarse, además fuertemente discriminatorio). Imposible negar que muchísima música es lineal al ideal griego de la belleza, el problema es qué hacemos con aquella que dice otras cosas, no necesariamente procesada bajo el mismo verbo. En la puesta más evidente pueden mencionarse a Schoenberg, Villa-Lobos y hasta al mismo Beethoven en decenas de obras y pasajes. Corremos peligro si comenzamos a creer que la única música posible -me refiero en este caso más cercana a lo terapéutico- fue compuesta por Mozart. En tal caso los chamanes del mundo vivieron cientos de generaciones de ilusiones: una locura semejante postulación. Y, debemos ser sinceros, no es cercana la estética de uno y otros.
Si la música tuviera argumentos tan definidos, el hombre ya los hubiera canalizado hace siglos, literalmente hablando. Lo paradójico es que materiales como este se escriben justamente por entender que nada definitivo hay en el sentido de nuestras búsquedas. No deja de ser una maravillosa contradicción el que la música haya respondido antes de ser interrogada.
Realizadas las salvedades que estimé oportunas, los dejo con un documento apropiado para ser trabajado en clase o como estimulador de reflexiones. Quité varios pequeños apartados y epígrafes por entender que confundían absurdamente el núcleo del asunto. Esos retazos los organizaré, seguramente, en un nuevo trabajo. Aprovecho para comentar que disfruto tanto la música de los clásicos, como la de jazz o la del slendro javanés. Agrego un dato más para los estudiantes: las melodías u obras en las que se "adivina" lo que sigue o son bastante "evidentes" suelen estar estructuradas con progresiones, o sobre la base de ellas, las que a su vez están determinadas por lo que técnicamente denominamos motivación melódica. Son recursos, sólo eso. En modo alguno pueden entenderse como el "mensaje" en sí mismo -la cosa en sí-, de serlo, Bach sería uno más.
Pablo Bensaya, Buenos Aires, agosto de 2005
Es tan antigua como el ser humano, activa los más profundos mecanismos neuronales, modifica el estado de ánimo y puede curar algunos males. Éste es el poder de las notas musicales
Bien mirada, la música no es más que una secuencia de sonidos ordenados, una especie de encarnación del paso del tiempo a base de ruidos, silencios y ritmos. Sin embargo, su poder para provocar reacciones emocionales en los humanos, desde la depresión al éxtasis, es tal que se ha convertido en piedra de toque de nuestro comportamiento como especie. Además del lenguaje, la capacidad para disfrutar de la música es una de las pocas habilidades que nos diferencian del resto de los animales. Y al igual que nos ocurre con el habla, se hace difícil pensar en un día en el que no escuchemos ni una sola nota.
Un nuevo estímulo para la neurología
¿Realmente la música es tan importante para nuestras vidas? Los últimos hallazgos en neurología, psicología y biología parecen demostrar que sí: escuchar melodías agradables no sólo modifica nuestro estado de ánimo sino que puede tener una influencia muy positiva en el desarrollo cognitivo humano, en el estímulo de nuestra inteligencia e incluso en la salud. Hasta hace muy poco, estas cuestiones no habían merecido la atención de la ciencia, pero ahora, el estudio de las relaciones entre música y bienestar se ha convertido en una fértil fuente de investigaciones y, gracias a ellas, empezamos a encontrar respuestas a algunas preguntas seculares. ¿Existe algún mecanismo fisiológico que controle la cascada de emociones que sugiere la música? ¿Nuestra capacidad de apreciar y crear melodías está relacionada con el funcionamiento de nuestro organismo? ¿El amor por las notas se hereda?
Una de las teorías más defendidas al respecto informa de que la naturaleza humana dicta las condiciones que ha de tener una secuencia de notas para que la interpretemos como una pieza musical. De hecho, es posible que la música remede lejanamente la organización de ritmos internos de nuestro cuerpo, como el latido del corazón, el tempo de la respiración o la sonoridad vocal de las palabras.
De ese modo podría explicarse por qué todas las manifestaciones musicales del mundo cuentan con una base emocional común. Por muy diferentes que sean su estructura, tonalidad o ritmo, las músicas del planeta comparten una línea básica: un japonés, aunque no sepa una sola palabra de flamenco, es capaz de detectar que una bulería transmite sensaciones alegres y una taranta produce emociones más tristes.
Los psicólogos británicos John Sloboda y Patrik Juslin, de la Universidad Keele, han estudiado en profundidad este fenómeno y lo han relacionado con la capacidad de sorpresa del ser humano. Sloboda asegura que “la base de nuestro comportamiento emocional es la capacidad de respuesta a situaciones que, de algún modo, nos sorprenden”. Ganar la lotería nos produce un cambio repentino en nuestras vidas a mejor, y eso genera emociones positivas. Conocer que una persona amada está enferma también nos sorprende, en este caso negativamente, y produce emociones de tristeza. “Parece que la música –dice Sloboda– pone en marcha los mismos mecanismos de asombro”. Los humanos, incluso los musicalmente legos, somos capaces de reconocer sutiles estructuras coherentes en una pieza musical y proyectar expectativas sobre ellas, como si anticipáramos qué secuencia de notas va a venir después. Cuando la música nos asombra con cambios respecto a lo esperado, genera una reacción emocional en nosotros. Los buenos compositores de canciones de éxito manejan a la perfección este mecanismo.
Lo mejor es su capacidad de sorprendernos
Según Juslin y Sloboda, el origen de esta sensación está en el lenguaje. Todos los seres humanos compartimos un código heredado para interpretar el habla. En cualquier idioma, la ira se manifiesta gritando y el cariño susurrando. Da igual a qué raza pertenezcamos, los mínimos rudimentos emocionales del habla son reconocibles universalmente. Con la música ocurre lo mismo. Los estudios de estos dos psicólogos con cientos de voluntarios demuestran que, indefectiblemente, las melodías lentas y con cadencia descendente generan en los que las escuchan sensaciones de tristeza mientras que las cadencias ascendentes producen sentimientos estimulantes. La conjunción de estos efectos provoca una cascada de emociones en el cerebro humano.
Pero la cuestión principal es saber si este mecanismo es biológico o cultural. ¿La música actúa así porque lo dictan nuestros genes o es que la cultura humana ha desarrollado un tipo limitado de manifestaciones sonoras?
Amusia: cuando el sonido no dice nada
Como en otros estudios neurológicos, la primera aproximación a las bases cerebrales del conocimiento musical, que datan de principios del siglo XX, se basó en el estudio de pacientes impedidos. Se trata de identificar si existe alguna zona del cerebro que, cuando se ve dañada, perjudica la capacidad de aprehender música. La experiencia demuestra que muchas personas con afecciones de los centros de procesamiento del habla no pierden necesariamente la función musical. Incluso se han detectado casos de personas aquejadas de amusia (incapacidad total para distinguir notas musicales) que escuchan palabras y hablan sin problemas.
Más recientemente, el estudio anatómico de cerebros de enfermos fallecidos y las técnicas de neuroimagen han permitido establecer que el conocimiento musical se procesa globalmente en varias partes del cerebro a la vez. Por ejemplo, las personas con enfermedades que aquejan al lóbulo temporal izquierdo pueden tener problemas para identificar escalas de notas, mientras que los que padecen males en el lóbulo temporal derecho muestran dificultades con el contorno musical, es decir, la interpretación de si la melodía es ascendente o descendente.
Con el cerebro oímos, vemos y recordamos notas
El neurólogo francés Herv Platel ha usado tomografías de emisión de positrones para determinar más concretamente qué áreas del cerebro están dedicadas a la música. Los resultados fueron sorprendentes ya que los cerebros estudiados manifestaron una increíble actividad, no sólo en las áreas de procesamiento del sonido y el lenguaje, sino incluso en centros ajenos como los destinados a la visión. Parece que el poder evocador de las melodías es prácticamente total: estimula la imaginación visual, el entorno lingüístico, la memoria...
Tras avanzar en la identificación de zonas cerebrales involucradas en nuestro comportamiento musical, el siguiente paso consiste en determinar si estos conocimientos pueden ser de alguna utilidad clínica. ¿Escuchar mucha música tiene algún efecto funcional en nuestro cuerpo? Multitud de estudios recientes confirman que sí. Al igual que el ejercicio físico hace que aumente la masa muscular, el ejercicio musical podría estimular el entrenamiento mental. Neurólogos del centro médico Beth Deacones de Israel han demostrado que los músicos profesionales tiene más desarrolladas las áreas de proceso auditivo y de control psicomotriz que el resto de los mortales. La diferencia de tamaño de estas zonas de la masa gris puede llegar hasta el 50 por 100.
Así las cosas, no parecería extraño que la experiencia musical pudiera tener algún efecto beneficioso para salud y, por lo que la ciencia empieza a conocer, lo tiene. Un análisis de la Universidad de California demostró en 1997 que escuchar melodías agradables reduce los niveles de estrés en medio de una intervención médica. La gastroscopia es una prueba realmente desagradable a la que tienen que verse sometidos cientos de pacientes cada día. El estudio californiano consistió en dejar que los enfermos eligieran un tipo de música para escuchar mientras se les practicaba la prueba. Los niveles de cortisol, ACTH y otras hormonas propias del estrés se redujeron sustancialmente.
En la misma línea, la doctora Bárbara Miluk-Kolasa ha medido los niveles de cortisol en enfermos a los que se les anuncia una mala noticia clínica mientras se les expone a un estímulo musical. Su reacción es mucho más sosegada que en los casos en los que no hay música de fondo.
Pero el efecto no es universal. Otros estudios demuestran que la música rítmica y a gran volumen aumenta la cantidad de hormonas estresantes en la sangre de atletas durante los entrenamientos.
Según Norman Wienberger, médico de la Universidad de California, “todos estos datos, puestos en común, demuestran que no hay una relación directa entre la música y las hormonas del estrés. El efecto depende, no sólo del tipo de composición sino del trasfondo cognitivo y cultural del individuo”.
Cuanto más se profundiza en el conocimiento de la materia, más evidentes parecen las virtudes de la música. El Instituto de Investigación del Cáncer del Reino Unido es pionero en estudios de musicoterapia oncológica. Los primeros resultados de una investigación que lleva a cabo desde el año 2002 demuestran que las técnicas de relajación en las que se emplean melodías pueden reducir hasta en un 30 por 100 los efectos secundarios de los tratamientos contra el cáncer de mama. Por ejemplo, disminuyen considerablemente los dolores y las náuseas derivadas de la quimioterapia. En el mismo centro se estudia también el uso de piezas melódicas para reducir la ansiedad que algunos pacientes experimentan al entrar en una máquina de resonancia magnética.
Algunos expertos están llevando al extremo estos conocimientos y proponen la posibilidad de que exista una forma de curación de ciertos males basada sólo en la música: la musicoterapia. No son pocos los centros que utilizan instrumentos para estimular a personas impedidas, niños con retraso evolutivo o pacientes inválidos por culpa de un derrame cerebral. Aunque en muchos casos las mejoras en la calidad de vida de estas personas son evidentes, todavía estamos lejos de comprender, desde el punto de vista de la medicina y la biología, qué relación hay entre la música y su recuperación.
Lo curioso es que el efecto contrario también es posible: una enfermedad mental puede condicionar el modo en el que escuchamos o creamos música. Parece que ése es el caso de Maurice Ravel, el compositor del célebre Bolero, aquejado de demencia progresiva. Entre los síntomas de este mal, Ravel padeció pérdida del lenguaje, dificultad motora y una disminución de la actividad del hemisferio izquierdo de su cerebro. El neurólogo francés Francois Boller cree que el Bolero es una trascripción de esos síntomas. La obra sólo tiene dos temas musicales, cada uno de los cuales se repite ocho veces. Pero cuenta con 30 líneas melódicas superpuestas y 25 combinaciones distintas de sonidos. El propio Ravel la definió como una “fabricación orquestal sin música”. Según Boller, una pieza así era lo único que Ravel podría aspirar a componer dadas sus limitaciones neurológicas en 1928 (la enfermedad empezó a manifestarse antes de 1927).
Si la capacidad artística se ve afectada por trastornos de este tipo, ¿sería posible utilizar la música como herramienta de diagnóstico? Expertos del Centro Nacional de Investigación del Alzheimer de Brescia, en Italia, están convencidos de que sí. Su idea comenzó a fraguar cuando detectaron que dos pacientes con demencia frontotemporal comenzaron a disfrutar de estilos musicales que antes abominaban. Uno de ellos, de 68 años de edad, comenzó a escuchar a todo volumen canciones de un cantante pop italiano propio de públicos quinceañeros. Otro, en este caso una mujer de casi 80 años, sorprendió a sus cuidadores con un repentino amor al rock.
Estos síntomas no se han detectado en otros tipos de demencia, como el Alzheimer; por eso, los médicos creen que los cambios bruscos de preferencias musicales podrían servir como indicio precoz del advenimiento de una enfermedad mental determinada.
¿Será verdad que nos hace más inteligentes?
Otro fértil terreno de investigaciones es el que estudia las relaciones entre la música y el desarrollo infantil. Algunos estudios preliminares realizados en animales y humanos podrían sugerir que la melodía juega un papel en el estímulo de la inteligencia. Ciertos ratones expuestos a audiciones musicales se han mostrado más hábiles a la hora de encontrar la salida de un laberinto. Tanto ha calado la idea popularmente que casi nadie discute hoy que el estudio de partituras, la educación musical y el contacto con instrumentos son piezas básicas en la educación infantil. Sin embargo todavía no existe constancia de que la música favorezca directamente la inteligencia. Algunos datos indican que, tras escuchar piezas concretas, grupos de voluntarios obtienen mejores resultados en test de cociente intelectual, sobre todo en los que tienen que ver con la memoria espacial y las secuencias. Pero no es posible demostrar, de momento, que el efecto pueda ser permanente. En el caso de los niños, es evidente que la música genera estados de relajación y concentración muy beneficiosos para el estudio y que el estímulo auditivo produce efectos en el complejo y plástico entramado de conexiones neuronales que se teje durante la infancia. ¿Pero tiene todo esto algún efecto sobre el cociente intelectual? La respuesta todavía es inconcreta.
Lo que sí sabemos es que los pequeños se muestran familiarizados con canciones que han escuchado dentro del vientre materno y que su memoria de estos acontecimientos puede durar hasta un año. Y también que los bebés de apenas unos meses de edad son capaces de reconocer las melodías de una nana que les canta habitualmente su madre aunque se le cambie la clave y el tono.
Nadie puede negarlo. El ser humano es un animal musical y ese prodigioso lenguaje de notas y ritmos que ha ideado la especie forma parte de nuestra naturaleza.
JORGE ALCALDE
ABRIL DE 2004
Fuentes: www.muyinteresante.es
viernes, 11 de septiembre de 2009
Música de arpa reconforta a pacientes moribundos
SPRINGFIELD, Oregon, EE.UU. (AP) - En una habitación de paredes blancas, un cáncer de páncreas acababa lentamente con la vida de Carolyn.
Ya no había nada que hacer por esta mujer de 62 años, sólo suministrarle morfina para aliviar el sufrimiento. Y la música de arpa de Jane Franz.
Franz y su arpa se instalaron al pie de la cama de Carolyn y la habitación fue invadida por un sonido suave, casi hipnótico. De vez en cuando hacía pausas para ajustar sus melodías a los latidos y la respiración de la paciente. Luego de 20 minutos, las notas eran como una bendición.
Junto a la cama había tres familiares de la paciente, que se tomaban de las manos. Había llantos y abrazos. Franz volvió al día siguiente con su música, y poco después Carolyn falleció.
Franz usa la música para aliviar el sufrimiento de los pacientes moribundos en el Hospital del Sagrado Corazón (Sacred Heart Hospital).
"Los médicos pueden escribir muchas recetas sin encontrar la respuesta justa", declaró el doctor Stewart Mones, director del departamento médico del hospital. "Hay ocasiones en las que ninguna medicina va a resultar tan efectiva como una terapia musical".
El oficio de Franz es una forma de músico-tanatología ("tanatos" alude a la muerte en griego) que data de hace muchos siglos. Se sabe que esa forma de terapia ante una muerte inminente ya era usada por monjes benedictinos en el siglo XI en Cluny, Francia.
El método más popular de la actualidad fue creado hace más de 30 años por Therese Schroeder-Sheker. Se trata de un programa llamado Cáliz de Reposo, en el cual la persona que ejecuta el arpa observa los movimientos del cuerpo y el estado mental del paciente, y ajusta la música a ellos.
Los músico-tanatólogos dicen que usan el arpa por ser un instrumento con muchos sonidos y tonalidades suaves, cálidas. Además, es fácil de transportar.
Ofrecen lo que denominan "vigilias" sin cobrar en numerosos hospitales y centros para deshauciados.
Cuando trabajaba en un geriátrico, Schroeder-Sheker observó que a menudo la gente moría sola, en una habitación en la que lo único que había era un televisor que transmitía comedias.
Empezó a usar la música con fines terapéuticos para pacientes moribundos en 1973. Recuerda la agonía y los sonidos de la muerte en pacientes con enfisema. Les tomaba de la mano, les llamaba por su nombre, les miraba a los ojos y les cantaba en tono bajito: "La misa de los ángeles", "Adoro te Devote," "Salve Regina".
Al ratito, ya no se sentía ruido alguno.
Esas experiencias dieron nacimiento a un movimiento.
"Traemos esta música que afecta de algún modo al paciente y sus familiares", dijo Franz, directora del programa de tanatología del Sagrado Corazón y está a cargo de un programa de dos años de músico-tanatología en el Lane Community College de Eugene, Oregón.
El programa Cuerdas Compasivas del Sagrado Corazón tiene tres músico-tanatólogos fijos que realizan unas mil vigilias por año y no dan abasto para satisfacer la demanda de sus servicios.
Generalmente son recomendados por médicos, trabajadores sociales, familiares y enfermeras. Los programas no están vinculados con fe religiosa alguna y atienden a personas de todas las creencias.
Mones dijo que en los momentos finales de la vida, la músicotanatología ayuda a lidiar con distintos temas. "Cuando empieza a sonar la música, noto que los hombros se relajan, que la gente respira hondo. Salen a la luz los sentimientos", señaló.
Sharilyn Cohn, codirectora de Sacred Flight, organización sin fines de lucro que colabora con 15 hospitales de Portland y sus alrededores, dijo que cada encuentro es único.
Afirmó que la música es una especie de medicina y que la melodía, las armonías y los ritmos se combinan para calmar al paciente y a sus familiares.
Las personas que tocan el arpa llegan al lugar sin saber qué composiciones ejecutarán.
"Tratamos de recabar información acerca de las personas, de su estado, de sus ansiedades, sus temores, su desasosiego. Tratamos de hacernos una idea acerca de la persona antes de entrar en la habitación", expresó Cohn.
"Todo puede cambiar de un momento a otro", dijo Franz. "Seguimos sus indicaciones. Ellos marcan la pauta".
El objetivo es ayudar al paciente a dar el paso final cuando ya están listos.
"Tratamos de tocar temas que no son conocidos porque si uno los conoce, piensa '¿cual era la letra...?' o trata de acordarse cuál fue la última vez que escuchó esa canción. No es eso lo que buscamos", manifestó.
"A medida que se acerca la muerte, saben qué hacer con la música; la aprovechan para tener una muerte tranquila", expresó.
Los músico-tanatólogos tienen acceso a las fichas médicas de los pacientes y aportan también observaciones: Luego de tocar para Carolyn, Franz anotó todos los cambios que percibió en su respiración y su ritmo cardíaco.
Acotó que cuando llegó Carolyn, "nadie pensó que pasaría de esa noche. Eso demuestra lo poco que sabemos".
Fuentes: www.univision.com
Ya no había nada que hacer por esta mujer de 62 años, sólo suministrarle morfina para aliviar el sufrimiento. Y la música de arpa de Jane Franz.
Franz y su arpa se instalaron al pie de la cama de Carolyn y la habitación fue invadida por un sonido suave, casi hipnótico. De vez en cuando hacía pausas para ajustar sus melodías a los latidos y la respiración de la paciente. Luego de 20 minutos, las notas eran como una bendición.
Junto a la cama había tres familiares de la paciente, que se tomaban de las manos. Había llantos y abrazos. Franz volvió al día siguiente con su música, y poco después Carolyn falleció.
Franz usa la música para aliviar el sufrimiento de los pacientes moribundos en el Hospital del Sagrado Corazón (Sacred Heart Hospital).
"Los médicos pueden escribir muchas recetas sin encontrar la respuesta justa", declaró el doctor Stewart Mones, director del departamento médico del hospital. "Hay ocasiones en las que ninguna medicina va a resultar tan efectiva como una terapia musical".
El oficio de Franz es una forma de músico-tanatología ("tanatos" alude a la muerte en griego) que data de hace muchos siglos. Se sabe que esa forma de terapia ante una muerte inminente ya era usada por monjes benedictinos en el siglo XI en Cluny, Francia.
El método más popular de la actualidad fue creado hace más de 30 años por Therese Schroeder-Sheker. Se trata de un programa llamado Cáliz de Reposo, en el cual la persona que ejecuta el arpa observa los movimientos del cuerpo y el estado mental del paciente, y ajusta la música a ellos.
Los músico-tanatólogos dicen que usan el arpa por ser un instrumento con muchos sonidos y tonalidades suaves, cálidas. Además, es fácil de transportar.
Ofrecen lo que denominan "vigilias" sin cobrar en numerosos hospitales y centros para deshauciados.
Cuando trabajaba en un geriátrico, Schroeder-Sheker observó que a menudo la gente moría sola, en una habitación en la que lo único que había era un televisor que transmitía comedias.
Empezó a usar la música con fines terapéuticos para pacientes moribundos en 1973. Recuerda la agonía y los sonidos de la muerte en pacientes con enfisema. Les tomaba de la mano, les llamaba por su nombre, les miraba a los ojos y les cantaba en tono bajito: "La misa de los ángeles", "Adoro te Devote," "Salve Regina".
Al ratito, ya no se sentía ruido alguno.
Esas experiencias dieron nacimiento a un movimiento.
"Traemos esta música que afecta de algún modo al paciente y sus familiares", dijo Franz, directora del programa de tanatología del Sagrado Corazón y está a cargo de un programa de dos años de músico-tanatología en el Lane Community College de Eugene, Oregón.
El programa Cuerdas Compasivas del Sagrado Corazón tiene tres músico-tanatólogos fijos que realizan unas mil vigilias por año y no dan abasto para satisfacer la demanda de sus servicios.
Generalmente son recomendados por médicos, trabajadores sociales, familiares y enfermeras. Los programas no están vinculados con fe religiosa alguna y atienden a personas de todas las creencias.
Mones dijo que en los momentos finales de la vida, la músicotanatología ayuda a lidiar con distintos temas. "Cuando empieza a sonar la música, noto que los hombros se relajan, que la gente respira hondo. Salen a la luz los sentimientos", señaló.
Sharilyn Cohn, codirectora de Sacred Flight, organización sin fines de lucro que colabora con 15 hospitales de Portland y sus alrededores, dijo que cada encuentro es único.
Afirmó que la música es una especie de medicina y que la melodía, las armonías y los ritmos se combinan para calmar al paciente y a sus familiares.
Las personas que tocan el arpa llegan al lugar sin saber qué composiciones ejecutarán.
"Tratamos de recabar información acerca de las personas, de su estado, de sus ansiedades, sus temores, su desasosiego. Tratamos de hacernos una idea acerca de la persona antes de entrar en la habitación", expresó Cohn.
"Todo puede cambiar de un momento a otro", dijo Franz. "Seguimos sus indicaciones. Ellos marcan la pauta".
El objetivo es ayudar al paciente a dar el paso final cuando ya están listos.
"Tratamos de tocar temas que no son conocidos porque si uno los conoce, piensa '¿cual era la letra...?' o trata de acordarse cuál fue la última vez que escuchó esa canción. No es eso lo que buscamos", manifestó.
"A medida que se acerca la muerte, saben qué hacer con la música; la aprovechan para tener una muerte tranquila", expresó.
Los músico-tanatólogos tienen acceso a las fichas médicas de los pacientes y aportan también observaciones: Luego de tocar para Carolyn, Franz anotó todos los cambios que percibió en su respiración y su ritmo cardíaco.
Acotó que cuando llegó Carolyn, "nadie pensó que pasaría de esa noche. Eso demuestra lo poco que sabemos".
Fuentes: www.univision.com
Puericultura previene enfermedades en los niños
Rosa Martha De la Garza Barrio, Directora del Colegio Anton Makarenko de La Laguna, informó que también la Facultad de Medicina y el Hospital Infantil Universitario, organizan este encuentro al que convocan tanto a estudiantes, profesionistas y público en general.
Torreón.- A través de la puericultura se pueden prevenir enfermedades en los pequeños, aseguró Rosa Martha De la Garza Barrio, Directora del Colegio Anton Makarenko de La Laguna.
El próximo 10 de septiembre inicia el “Quinto Congreso Estatal de Enfermería en Coahuila y XIII Jornadas de Puericultura”.
De la Garza Barrio dijo que la labor de una puericultora y los beneficios que puede traer en los menores, será uno de los temas a tratar. Este año se hablará también de la importancia de la Musicoterapia en el Desarrollo Psicosocial del Niño.
La Facultad de Medicina, el Hospital Infantil Universitario y el Colegio Anton Makarenko, organizan este encuentro al que convocan tanto a estudiantes, profesionistas y público en general.
Durante tres días se abordarán temas encaminados a la prevención de enfermedades y cuidado de la salud en los niños.
La también representante legal de la Asociación Pro Derechos de los Niños de La Laguna, explicó que las nuevas generaciones requieren de cuidados especiales, pues cada vez son más madres las que trabajan y el número de hijos es menor.
“Todo es muy diferente en la actualidad, antes las familias eran muy grandes y los niños interactuaban con sus hermanos. Ahora los pequeños deben ir a guarderías o se quedan entre adultos”, detalló.
Entre los temas a impartirse se encuentran: Los Derechos de los Niños, Cuidados Innovadores, Intervención del Puericultirista en el Cuidado Holístico del Paciente Pediátrico, Accidentes en Edad Pediátrica, Estimulación Global, Infecciones Nosocomiales, Alimentación en el Embarazo y primer año de vida, Importancia de la Musicoterapia en el Desarrollo del Niño y Abordaje Emocional de los Niños Hospitalizados y su Familia.
Además de médicos, profesionistas de la salud, estudiantes de enfermería, puericultoras, educadoras y nutriólogos, los padres de familia interesados en conocer más sobre algún tema de los que se abordarán, también pueden asistir.
La inauguración se llevará a cabo el próximo jueves a las 9:00 horas en la sede del congreso que en esta ocasión será el Auditorio de la Facultad de Medicina de la U A de C. La primera conferencia correrá por parte de David Omar Sifuentes Bocardo con el tema “Los Derechos de los Niños”.
Ethel Arredondo
Fuentes: www.milenio.com
La musicoterapia ayuda a tratar cualquier tipo de patología
la doctora en Musicoterapia por la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y subdirectora del Máster de Formación Superior en Musicoterapia de dicha entidad académica, María Jesús del Olmo, opina que es una disciplina que ayuda "a cualquier tipo de enfermedad, desde físicas a psíquicas, en cualquier franja de edad, desde los más pequeños a los mayores".
CARMONA (SEVILLA) 9 (EUROPA PRESS)
Del Olmo realizó estas declaraciones en el marco del curso de verano de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) 'Introducción a la Musicoterapia aplicada' que se celebra en Carmona. Asimismo indicó que en Andalucía se está empezando a realizar este tipo de terapia en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla "y son muy poquitas ciudades las que cuentan con expertos en el ramo", aunque recalcó que "cada vez son más y están más abiertos para contratar a estos profesionales".
La profesora afirmó en su conferencia que durante su investigación --que duró 15 meses-- sobre bebés de cero a seis meses en Cuidados Intensivos Pediátricos, "la música ayuda a mejorar la calidad de vida de éstos, pero siempre música hecha especialmente para ellos, en directo con un teclado y una guitarra".
Continuó diciendo que "ha sido muy importante la presencia de los padres", ya que "cuando se conjugaban música, niños y progenitores el resultado ha sido óptimo", porque "los padres cuando tienen un niño hospitalizado llegan con mucha ansiedad y una vez que ven que pueden relacionarse gracias a la mediación de un musicoterapeuta, se les cambia el chip".
Sobre los parámetros que se utilizan para ver la mejoras indicó que los fisiológicos son la frecuencia cardiaca y respiratoria y la saturación de oxígeno, además de la realización de un test de bienestar del paciente.
Al hilo, añadió que "realmente la mejoría aparece en apenas diez minutos" y agregó que, en el caso de su investigación sobre bebés, "están en la UCI por un problema crítico, lo que necesitan es estabilizarse y la música ayuda a ello, todo se minimiza y la calidad del paciente mejora".
Por último añadió sobre la implantación de la musicoterapia que "en la universidad solo existen postgrados, pero el problema real es que no está reconocida en el INEM como una profesión", situación que podría solucionarse creando un Grado que facilite su reconocimiento como profesionales de la salud.
Fuentes: www.adn.es
CARMONA (SEVILLA) 9 (EUROPA PRESS)
Del Olmo realizó estas declaraciones en el marco del curso de verano de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) 'Introducción a la Musicoterapia aplicada' que se celebra en Carmona. Asimismo indicó que en Andalucía se está empezando a realizar este tipo de terapia en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla "y son muy poquitas ciudades las que cuentan con expertos en el ramo", aunque recalcó que "cada vez son más y están más abiertos para contratar a estos profesionales".
La profesora afirmó en su conferencia que durante su investigación --que duró 15 meses-- sobre bebés de cero a seis meses en Cuidados Intensivos Pediátricos, "la música ayuda a mejorar la calidad de vida de éstos, pero siempre música hecha especialmente para ellos, en directo con un teclado y una guitarra".
Continuó diciendo que "ha sido muy importante la presencia de los padres", ya que "cuando se conjugaban música, niños y progenitores el resultado ha sido óptimo", porque "los padres cuando tienen un niño hospitalizado llegan con mucha ansiedad y una vez que ven que pueden relacionarse gracias a la mediación de un musicoterapeuta, se les cambia el chip".
Sobre los parámetros que se utilizan para ver la mejoras indicó que los fisiológicos son la frecuencia cardiaca y respiratoria y la saturación de oxígeno, además de la realización de un test de bienestar del paciente.
Al hilo, añadió que "realmente la mejoría aparece en apenas diez minutos" y agregó que, en el caso de su investigación sobre bebés, "están en la UCI por un problema crítico, lo que necesitan es estabilizarse y la música ayuda a ello, todo se minimiza y la calidad del paciente mejora".
Por último añadió sobre la implantación de la musicoterapia que "en la universidad solo existen postgrados, pero el problema real es que no está reconocida en el INEM como una profesión", situación que podría solucionarse creando un Grado que facilite su reconocimiento como profesionales de la salud.
Fuentes: www.adn.es
Suscribirse a:
Entradas (Atom)