miércoles, 16 de junio de 2010
Beneficios de la música en los niños
Por Cristina SAMPIETRO22/11/2009
El aprendizaje musical a edad temprana ha sido objeto de estudio desde las diferentes disciplinas que lo comprometen, como la pedagogía, la psicología y la música en sí misma. El ser humano, en sus distintas etapas de formación y crecimiento, puede potenciar muchas habilidades que fortalecen otras áreas de desarrollo.
La educación musical es para el niño un factor de formación y de equilibrio del sistema nervioso, ya que cualquier movimiento adaptado a un ritmo es el resultado de un complejo conjunto de actividades coordinadas. Además, en estudios de muchos investigadores como J .P. Despins, se refleja cómo la educación musical proporciona un desarrollo de ambos hemisferios cerebrales, por lo cual se aconseja la integración de la enseñanza de la música en la educación básica del niño. Dicho desarrollo consigue un aumento de las capacidades cerebrales de la siguiente forma:
-Hemisferio Izquierdo: rige la percepción rítmica, control motor, mecanismos de ejecución musical, el canto, aspectos técnicos musicales, lógica y razonamiento, captación de lo denotativo, percepción lineal.
- Hemisferio Derecho: rige la percepción y ejecución musical, creatividad artística y fantasía, captación de la entonación cantada, percepción visual y auditiva, percepción melódica y del timbre, expresión musical, apreciación musical.
No hemos de olvidar que la música es un arte, una ciencia y una técnica, por lo que su práctica y ejecución nos va a favorecer un desarrollo nervioso muy completo al comprender estas tres facetas tan diferentes y complejas. El desarrollo de las posibilidades de nuestros circuitos neuromusculares permite no sólo cultivar el sistema nervioso, sino también los planos cognitivo, afectivo y psicomotor, especialmente al iniciarse de manera temprana en los niños el contacto, vivencia y aprendizaje de la música.
La educación músico- instrumental desarrolla el sentido del ritmo, lo que incide en la formación física y motora del niño, proporcionándole un mejor sentido del equilibrio, lateralidad y motricidad.
El desarrollo del oído no sólo sirve para el estudio de la música, sino para el resto de su formación intelectual. El estudio de la música y la disciplina y continuidad que presupone, así como el esfuerzo en la consecución de una meta, el adiestramiento motriz, desarrollo del ritmo, además de la educación auditiva, no son aspectos de utilidad estrictamente musical, sino que producen un aspecto de transferencia a los demás aspectos intelectuales, sensoriales y motrices. Por tanto, se puede afirmar que, cuanto más temprano se establezca un contacto con la música, mayor oportunidad se tiene de poder fortalecer otras dimensiones del ser humano, ya que permite integrar los elementos musicales a nuestro mundo interno:
- Ritmo: corporalidad.
- Ritmo + melodía: mundo sensorial y afectivo.
- Ritmo + melodía + armonía: mundo sensorial, afectivo y cognitivo.
Somos seres de vibración. Por tanto, la música compuesta de vibración sonora incide directamente sobre nuestro ser. La música es vida. El ser humano es la máxima expresión de la vida. Podemos usar la música como fin o como medio para armonizar todas nuestras dimensiones.
Una buena orientación en el proceso enseñanza-aprendizaje de la música en los niños contribuye a obtener los siguientes beneficios: aumento y mejora de la capacidad de escucha, capacidad de concentración, capacidad de abstracción, capacidad de expresión y del lenguaje, mejora de la autoestima, criterio, responsabilidad, socialización, actitud creativa, motricidad, disciplina y respeto.
La música, según los filósofos de la educación, contribuye de forma importante al desarrollo de la personalidad de los niños, ya que provoca un enriquecimiento estético y favorece el desarrollo del optimismo y bienestar personal. La música afecta claramente al alma y es capaz de devolverle el equilibrio perdido (según qué casos, evidentemente) gracias a determinados sonidos y a la proporción matemática de sus ritmos. Éste es un ejemplo y uno de los motivos por los que se cantan canciones de cuna a los niños para que duerman.
La música tiene también un valor ético-social al facilitar el dominio de uno mismo, la sensibilidad y el buen gusto que por el mimetismo se proyecta a la sociedad. Por eso, es importante en los niños la práctica de la música en grupo, la cual adquiere un gran valor educador al incidir en la socialización, acercando a personas entre sí, tanto ejecutando como escuchando. Favorece en el niño el respeto por los demás, flexibilidad y capacidad de adaptación al grupo por el bien del conjunto.
Respecto al beneficio otorgado por la música en relación a la autoestima del niño, es interesante señalar que la práctica musical contribuye a la autoestima física y a que valore sus destrezas.
Igualmente, influye en su autoestima afectiva permitiéndole actuar más seguro sobre sí mismo, ser más alegre, independiente, aceptar desafíos, reconocer su valor personal y ser más tolerante frente a sus limitaciones y frustraciones.
En cuanto a la autoestima social, el trabajo musical fortalece el sentido del trabajo cooperativo, el respeto de sí mismo y de los demás, la tolerancia con los errores de otros, la solidaridad y estar más abierto a la crítica. Su autoestima académica es reforzada notablemente, ya que, al realizar una actividad como la música, el niño se siente privilegiado con sus capacidades, aprovecha más sus potencialidades, es más perseverante, se esfuerza y tiene expectativas positivas para su futuro.
Con todo esto, se puede llegar a la conclusión de que la educación musical en los niños reviste una gran importancia en la formación integral y globalizadora de su persona e igualmente representa una ayuda en el mejor rendimiento del resto de materias o asignaturas del escolar aportando madurez para aprendizajes futuros.
Cristina SAMPIETRO ROMÁN Pianista, profesora de piano y médico
Fuentes: www.diariodelaltoaragon.es
jueves, 3 de junio de 2010
¿Por qué es beneficiosa la música en niños disminuidos auditivos?
Cristina SAMPIETRO ROMÁN. Profesora de piano y Médico
Por Cristina SAMPIETRO21/03/2010
Entendemos por disminuido auditivo aquella persona con una pérdida de audición que puede oscilar desde la sordera total hasta una hipoacusia más o menos grave. Según sea el caso, se deberá adoptar una actuación u otra y es esperanzador saber que incluso aquellos que son 100% sordos tienen posibilidades de reeducarse en diversos sentidos. Todos tienen posibilidades de ser entrenados en habilidades especiales para superar esa dificultad de la forma más adaptativa.
Si el niño con déficit auditivo no es atendido lo antes posible, comenzarán a detectarse problemas más o menos importantes (según sea el caso) que tienden a agudizarse con el paso del tiempo y todo esto podría haberse evitado con una detección precoz y con el tratamiento adecuado. Si llega a la edad escolar y todavía no se ha comenzado a trabajar su deficiencia, tenderá a replegarse en sí mismo y sufrirá serios trastornos en el habla, en la conducta afectiva y social y en su sistema nervioso.
La musicoterapia, en este campo de los niños sordos, tiene mucho que ofrecer, si bien en muchas patologías la musicoterapia es sumamente limitada, nula o absurda en contra de lo que se cree debido a una información inadecuada, a la exagerada publicidad y el considerable negocio que se está llevando a cabo con ella. Pero, ciertamente, si he querido hacer este artículo es porque, por propia experiencia y, con lo confirmado científicamente, hoy en día sabemos que la música puede ayudar mucho a los niños con deficiencia auditiva (y en algunas otras pocas determinadas patologías que me gustaría explicar en otra ocasión).
Para llevar a cabo este trabajo con los niños disminuidos auditivos a través de la música, se deben aprovechar los restos auditivos al máximo en cada caso mediante instrumentos y actividades que mantengan al niño con un elevado interés y atención.
La percepción de la vibración es fundamental en este caso. Es percibida por niños sordos en la zona umbilical, en el plexo solar, justo el centro donde se generan y repercuten los movimientos.
El sistema kinestésico toma una relevancia fundamental para aquellos niños que puedan percibir las vibraciones del ruido y del sonido a través de la piel y de los huesos. Este sistema les permite además interiorizar y vivenciar la orientación y el ritmo.
También a través del sentido táctil se percibe el ritmo, acento, intensidad, tiempo, movimiento y carácter. Esto se debe a que el sentido táctil consiste en la percepción de la fibración de fonemas en el rostro. También a través del sistema visual perciben movimientos y ritmos.
Los disminuidos auditivos tienen una inteligencia similar a la de las personas sin esta deficiencia; sólo su acceso a la información está limitado y, por tanto, sufren un retraso en el aprendizaje de los conceptos y esto repercute en su rendimiento.
La atención que se les debe prestar a estos niños varía en función de la pérdida auditiva: - De 50 a 60 dB, se pueden integrar satisfactoriamente en un centro normal.
- De 60 a 75 dB, la musicoterapia les influye de forma muy aceptable.
- De 75 a 85 dB, son profundamente sordos, necesitan la amplificación del sonido mediante auriculares especiales. Serán capaces de discriminar entre ruido y sonido.
La musicoterapia debe emplearse en disminuidos auditivos para que mejore su evolución cognitiva, para formar conceptos de sonido, para elevar su autoestima e igualmente para que mejoren sus relaciones interpersonales y conozcan mejor el mundo que les rodea. La intervención se hará tanto a nivel individual como grupal Las respuestas más importantes del niño deficiente auditivo ante la música tienen lugar por medio del movimiento. De esta forma, si se encuentra físicamente impedido, habrá que aplicarle la reeducación psicomotriz necesaria en cada caso.
Entre las actividades más usuales que se desarrollan con niños sordos, cabe citar: ejercicios de relajación, ejercicios que muevan a la acción, producción de diferentes vibraciones, producción y discriminación de ruidos, producción y discriminación de sonidos diversos y musicales, ejercicios y juegos de ritmo con o sin instrumentos, actividades lúdicas con juegos musicales (expresión corporal y diferentes juegos sonoros), manejo de instrumentos de percusión, movimiento y danzas, improvisación y creación de ritmos, melodías e instrumentación, canciones montajes.
Dentro del trabajo y reeducación con la musicoterapia en estos niños se establecen cinco puntos fundamentales: 1. La música y el lenguaje: es necesario crear una relación entre el mundo exterior y su cerebro. Por medio de la práctica musical, el niño sordo podrá llegar a percibir el lenguaje por la vía auditiva. También podrá escuchar su propia voz. La musicoterapia debe conseguir una relación buena entre habla, audición y ritmo. Con esto, se logra mejorar la articulación de la voz y el fraseo, se desarrolla el control de los tonos, clase, volumen y el desarrollo de la discriminación del lenguaje.
2. Canto: La exploración que el niño efectúe, le va a llevar tomar conciencia de que existe un mundo sonoro que le rodea y todo esto lo va a captar a través de la vista, la recepción de vibraciones a diferentes tonalidades. El piano es una gran caja de resonancia, y el uso este instrumento, servirá para dar experiencias en ritmo organizado y en contrastes de altura.
3.Ritmo y Movimiento: factor vital para comprender el mundo que les rodea. Con este factor se puede crear comunicación. Es de gran ayuda a la hora de entrar en contacto con el grupo. El ritmo actúa como regulador de movimientos y de las relaciones físico intelectuales. Mediante el ritmo el niño puede expresar sus necesidades de comunicación. Hay que procurar hacer ver al niño que su cuerpo es un instrumento de lenguaje.
4. Danza: con el movimiento que permite la danza, el niño puede exteriorizarse, sentir su cuerpo, comunicarse. El objetivo es que el niño se exprese corporalmente y deje salir los sentimientos que les provoca la música y el ritmo.
5.Los instrumentos musicales :se comienza utilizando los elementos de percusión de nuestro propio cuerpo, para poder adquirir una forma de consciencia de la pulsación a nivel individual y grupal. Una vez que el niño ha experimentado las vibraciones, se pueden usar instrumentos musicales. En primer lugar los de percusión de gran tamaño, pues los instrumentos con resonancias graves son los mejores percibidos por los sordos. Los instrumentos de placa son importantes por las resonancias bajas que producen y también por la riqueza de sus sonidos.
Los instrumentos de metal también tienen reservada su parcela aunque un poco más reducida.
Los instrumentos de orquesta se pueden incluir en la musicoterapia pero solo en caso de niños con hipoacusia leve o hipoacusia leve en un oído y moderada en el otro.
En relación a este último punto, los niños con hipoacusia leve y/o hipoacusia leve y moderada al mismo tiempo pueden llegar a tocar muy bien un instrumento musical de orquesta de los más complejos como el piano o el violín. Personalmente resalto este hecho por la experiencia que he vivido enseñando a tocar el piano a este tipo de niños, pues me han llegado a sorprender a mi misma por su estrecha conexión con la música y su potencial para ejecutar un instrumento como un niño sin este tipo de deficiencia auditiva. Igualmente destaco ,como experiencia propia, respaldada además con estudios científicos, que el aprendizaje continuo y constante de un instrumento musical, acerca a los disminuidos auditivos al mundo de la música como medio de comunicación, aprenden a expresarse, a desinhibirse y a reforzar su autoestima (y subrayaría la frase: reforzar su autoestima), incluso llegan a integrarse perfectamente dentro de un grupo de niños oyentes en una clase colectiva de piano o en la interpretación del piano a cuatro manos y pueden mostrar un interés y rendimiento mayor en el aprendizaje del instrumento y de la música en general que los niños sin deficiencia auditiva .Otro beneficio que he observado en estos niños y que ha sido corroborado por los familiares más cercanos del niño y especialistas en psicología, ha sido la notable o sobresaliente mejora de algún trastorno asociado a los disminuidos auditivos como puede ser el síndrome de hiperactividad infantil.
Fuentes: /www.diariodelaltoaragon.es
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